Aunque la ciudad tiene fama de ser cara y en algunos aspectos lo es, como por ejemplo en sus alojamientos, sorprende comprobar que, a diferencia de muchos otros destinos turísticos en el mundo, existen varios lugares para visitar en Rio de Janeiro, entre ellos museos y sitios históricos, en los que no hace falta gastar dinero para conocerlos y disfrutar de ellos.
Por supuesto, con seguridad la primera alternativa para disfrutar de Rio sin tener que gastar es pasar maravillosos momentos tomando el sol en alguna de sus famosas playas, pero como no todo puede ser siempre sol y mar, aquí te contamos sobre algunos (no todos) de los lugares para visitar en Rio de Janeiro, muchos de ellos emblemáticos, que podrás conocer de forma gratuita.
Palacio Imperial
El Palacio Imperial está en el corazón del centro histórico de Río de Janeiro, a pasos de la zona portuaria donde se realizan las obras del proyecto Porto Maravilha. El lugar fue la sede del gobierno desde el siglo XVIII y en 1808 se convirtió por unos meses en la residencia del Rey João VI de Portugal, durante su exilio en Río de Janeiro, pero adquiere su nombre definitivo a partir de la independencia de Brasil, cuando se convirtió en despacho y residencia de los nuevos emperadores del país.
Durante la visita al Palacio Imperial, se pueden conocer los patios donde hay algunos carruajes, ver varias de las antiguas dependencias del edificio donde ahora funciona un centro cultural e incluso apreciar restos de la construcción original.
Catedral Metropolitana
Sin duda la moderna Catedral Metropolitana es uno de los lugares para visitar en Rio de Janeiro de forma obligatoria y si a eso añadimos que está abierta al público casi todo el día y que la visita es gratuita, entonces no hay razón para no verla.
El cónico edificio de la Catedral, reconocible desde cualquier punto alto de la ciudad, no deja a nadie indiferente. Hay quienes lo adoran y otros a los que les parece una mole de hormigón demasiado grande, pero en lo que la gran mayoría está de acuerdo es en que sus enormes vitrales que dejan pasar la luz solar hacia el interior, son toda una obra de arte.
Esta atrevida iglesia es única y para nada responde a la idea de una clásica Catedral, ni por sus dimensiones (puede albergar hasta 20.000 personas de pie) ni por su diseño y vale la pena tomarse el tiempo necesario para explorarla con calma.
Real Gabinete Portugués de Lectura
Pocos visitantes hacen una parada en el Real Gabinete Portugués de Lectura, lo que es una pena, porque es un lugar precioso tanto por fuera como por dentro. Su fachada es más una escultura en piedra y fue hecha en Portugal a la manera de muchos edificios de Lisboa de estilo Neomanuelino.
Pero si la fachada sorprende, el interior lo hace aún más. Las estanterías para los libros están hechas de madera delicadamente tallada siguiendo caprichosas formas, hay barandillas y escaleras de hierro y bronce finamente adornados y un enorme número de detalles decorativos. Todo sin olvidar las joyas literarias que esta biblioteca guarda y que se exhiben en vitrinas especiales.
Palacio Tiradentes
El Palacio Tiradentes no sólo es uno de los lugares para visitar en Rio de Janeiro sin gastar dinero, sino que además ofrece visitas guiadas que son perfectas para entender mejor la historia del país y del edificio. Aunque en general los guías hablan en portugués, si les pides que lo hagan despacio seguro que será fácil entenderles, además alguno se defiende en español y están encantados de aprender.
El Palacio impresiona por fuera y por dentro, y seguro que te parecerá uno de los más bonitos de la ciudad. En el interior podrás ver una exposición de fotografías y paneles explicativos que cuentan la historia del país y su proceso de independencia, pero el plato fuerte de la visita es el Salón de Plenos. El Palacio fue sede del Congreso mientras Rio de Janeiro fue la capital del país y todo en este gran salón está lleno de símbolos de Brasil como un país independiente.
Palacio Catete
Mientras el Palacio Tiradentes fue sede del Congreso Nacional, el Palacio Catete fue sede del Gobierno de la República. Nada en su fachada permite imaginar las maravillosas sorpresas que esconde dentro, pinturas murales, mármoles, esculturas, vitrales, lámparas de cristal y una elegantísima decoración, harán que te sientas transportado a otra época.
Al igual que en los más ricos palacios europeos, el Palacio Catete dispone de varios salones, todos decorados con una temática diferente, como el Salón Azul, el Salón Pompeya o el Salón Morisco. Además dentro del palacio podrás visitar también el Museo de la República y sus encantadores jardines.
La visita al Palacio Catete es gratuita sólo los miércoles y los domingos, aunque a decir verdad el valor de la entrada los otros días es bastante económico y bien vale la pena pagarlo si no se dispone de tiempo. Los jardines, llenos de palmeras y rincones cautivadores, son de libre acceso al público.
Monasterio de São Bento
El complejo arquitectónico del Monasterio de São Bento es uno de los más antiguos de la ciudad que aún sigue en pie, así que ya sólo por eso merece una visita. Sin embargo hay más razones para acercarse a conocerlo, su fachada sobria y de estilo muy portugués da paso a un interior sorprendentemente decorado, lleno de frescos, imágenes y maderas talladas recubiertas de oro, de tanta elegancia que casi no puede creerse.
Si tienes la oportunidad de visitarlo un domingo por la mañana, entonces podrás escuchar la misa con cantos gregorianos que se realiza a las 10:00 a.m. y que ha hecho famoso a los monjes benedictinos del monasterio.
Y por si esto fuera poco, el enclave en alto es perfecto para detenerse un momento y disfrutar de las vistas de la bahía.
Quinta da Boa Vista
Lo que hoy es uno de los más extensos y hermosos jardines públicos, fue un día propiedad de la realeza portuguesa y de los emperadores de Brasil. Don Pedro II, el último emperador del país, convirtió los jardines de su palacio, hoy Museo Nacional de Historia Natural, en un parque de estilo francés, con sinuosos senderos, un lago y varias grutas artificiales.
La Quinta da Boa Vista es un lugar para perderse el día entero, disfrutar de la naturaleza, comer algo en los múltiples puestos de comida y si es posible visitar las dos atracciones que hay en su interior: el Zoológico y el Museo Nacional. En estos dos lugares sí que hay que pagar entrada pero, otra vez, sorprende que el precio no sea nada caro y ambos lugares son muy interesantes.
Museo del Indio
Una excelente manera de conocer algo más sobre los pueblos indígenas que habitan Brasil, es visitar el Museo del Indio. Aquí podrás ver fotografías, objetos artesanales y paneles explicativos donde se describe la forma de vida de estos pueblos que ocupan los territorios más inaccesibles del país y que se encuentran cada vez en situación más vulnerable.
También podrás ver documentales y réplicas de algunas de las viviendas que utilizan estas tribus y así aprender más sobre su organización y sus creencias.
El Museo es un buen lugar para adquirir artesanías hechas por esas tribus, cuyas ganancias les aseguran los recursos necesarios para preservas sus formas de vida y sus culturas.
Biblioteca Nacional
Pocas personas piensan en la Biblioteca Nacional como un lugar turístico, sin embargo, en el caso de Rio de Janeiro, es una visita que no deberías perderte. Este edificio de principios del siglo XX es imponente, está ricamente adornado con mármol, hierro forjado, altas columnas, esculturas y finas lámparas, a modo más de un palacio que de una biblioteca.
Las visitas guiadas (gratuitas) te llevarán por salones de lectura que más bien parecen un museo y por áreas que normalmente no están abiertas al público donde gigantescas estanterías con miles y miles de libros te dejarán con la boca abierta.
Si es posible, intenta hacer la visita de las 2:00 p.m. ya que suele ser la única del día que se hace en español, aunque varios de los guías que las hacen en portugués tienen en detalle de hablar en español (si pueden) cuando ven que hay visitantes que lo necesitan.
Fortaleza de São João
Son pocas las personas que se acercan a conocer la Fortaleza de São João, sin embargo se trata de una de las fortalezas más bonitas de la ciudad. Además de ser uno de esos lugares para visitar en Rio de Janeiro de forma gratuita y con visitas guiadas, es un paseo de lo más bonito y con unas vistas preciosas de la bahía desde un ángulo diferente.
Desde aquí podrás ver el Pan de Azúcar desde una perspectiva nueva y conocer el preciso lugar donde fue fundada la ciudad en 1565. El emplazamiento de la fortaleza es además un espacio natural protegido y los caminos que conducen a sus diferentes emplazamientos están rodeados de vegetación y animales típicos como los escurridizos monos tití.
Desde lo alto de la Fortaleza podrás entender cómo funcionaba la estrategia de defensa de la bahía, ya que es el mejor lugar para ver cómo se alineaban sus cañones con los de la Fortaleza de Santa Cruz en Niteroi y con los del Fuerte Lage.
